Emociones en la víspera
Estoy a un día de uno de los días que más he esperado en los últimos 4 años: el inicio del Mundial, el cual será, a su vez, el primero que viva estando en una oficina.
Siempre pensé en como sería cuando llegue este día, que haría por ver los partidos o enterarme de ellos; lo que no tomé en cuenta es que habrían varios como yo: hombres, más algunas mujeres, hambrientos de fútbol y ansiosos por vivir la máxima cita del fútbol y estando muchas veces al límite de las labores por ver unos momentos, aunque sea, de algunos partidos bajo riesgo de ser atrapados por los inmisericordes jefes que no parecen mostrar emoción alguna por ese deporte.
Pero no es tanto así. De alguna u otra forma, así como pasa en Navidad o en otras fechas, con el Mundial todos se vuelven solidarios o más buena gente, incluyendo a los superiores quienes, al ver que sus órdenes no harán mella en los apasionados proletarios, dan uno que otro beneficio. Con una TV por un mes para todos es más que suficiente; por mi parte, yo tengo un poster de Steven Gerrard, seleccionado inglés, y el mixture del torneo en mi frío cubículo que ha cobrado cierta vida.
Y no faltarán quienes se preguntarán que ¿por qué tanto revuelo si, a fin de cuentas, Perú no va al Mundial? Tantas veces se ha respondido a esa pregunta que es mejor resumirlo con una frase: ‘El Mundial es como una fiesta, una gran fiesta en la que sabes que vas a pasarlo demasiado genial pero que, a la vez, sabes que hubiera sido muchísimo más genial si hubiera estado invitada esa persona especial, vestida de blanco y rojo.’
Por mientras, seguimos esperando tanto el día de mañana como una nueva oportunidad. Escribiré pronto, las ganas están y las ideas también.